Y de repente se pone a llover
A veces ocurre que tienes tus circunstancias, que compartes con gente afín a ti. Y a veces ocurre que tus circunstancias están muy alejadas de esa gente, que bastante tiene con las suyas. Y te das cuenta de que esa gente no es tan afín a ti; o, al menos, de momento.
Entonces, y por no perder tu ritmo -que no el de la vecina-, te centras en lo que necesitas, en lo que tiene que ser en ese momento (por tu edad, por ejemplo) y en lo que tienes delante de tus narices.
Y sin venir a cuento, se pone a llover.
Y te das cuenta de que la lluvia es amable y molesta. Que te gusta, pero te estropea el peinado y te moja la ropa y los zapatos. Pero, si no tienes una boda o una reunión importante en los siguientes cinco minutos, también consideras que te importa un colín (...) que le pase algo a tu peinado, a tu ropa o a tus zapatos.
Y llueve con gusto. Y tu sigues a tu bola.
4 comentarios:
Sí, hay veces que es bueno mirarnos el ombligo un tiempo y encerrarnos en nuestro pequeño caparazón. Un beso!
gracias por tu comentario, mochito! te "linkamos" para no perderte de vista, que tu blog está muy chulo.
besos!
q t pasa, reina? suenas tristona...
personalmente, y sin querer que suene pesimista, con los años he aprendido que, en mayor o menor grado, al final, todos vamos a nuestra bola.
un besazo
reeeeeeeeeeeiiiiiiiiiiiiiiiiiniiis!! :D
nada, corresponsal, que me pongo moñas cuando las cosas no me salen como me gustaría.
besos, guapa!!
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