20.10.08

Y de repente se pone a llover

A veces ocurre que tienes tus circunstancias, que compartes con gente afín a ti. Y a veces ocurre que tus circunstancias están muy alejadas de esa gente, que bastante tiene con las suyas. Y te das cuenta de que esa gente no es tan afín a ti; o, al menos, de momento.
Entonces, y por no perder tu ritmo -que no el de la vecina-, te centras en lo que necesitas, en lo que tiene que ser en ese momento (por tu edad, por ejemplo) y en lo que tienes delante de tus narices.
Y sin venir a cuento, se pone a llover.
Y te das cuenta de que la lluvia es amable y molesta. Que te gusta, pero te estropea el peinado y te moja la ropa y los zapatos. Pero, si no tienes una boda o una reunión importante en los siguientes cinco minutos, también consideras que te importa un colín (...) que le pase algo a tu peinado, a tu ropa o a tus zapatos.
Y llueve con gusto. Y tu sigues a tu bola.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí, hay veces que es bueno mirarnos el ombligo un tiempo y encerrarnos en nuestro pequeño caparazón. Un beso!

Notas en la nevera dijo...

gracias por tu comentario, mochito! te "linkamos" para no perderte de vista, que tu blog está muy chulo.
besos!

Corresponsal en Palma dijo...

q t pasa, reina? suenas tristona...

personalmente, y sin querer que suene pesimista, con los años he aprendido que, en mayor o menor grado, al final, todos vamos a nuestra bola.

un besazo

Rita dijo...

reeeeeeeeeeeiiiiiiiiiiiiiiiiiniiis!! :D
nada, corresponsal, que me pongo moñas cuando las cosas no me salen como me gustaría.
besos, guapa!!

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