28.3.07

El jamón, en taco o en loncha? Mejor a puñados


Está visto que esta semana el ser humano no va a dejar de sorprenderme negativamente. Cada pequeña actividad que realizo se convierte en una especie de experimento sobre el comportamiento de las personas frente a ciertos estímulos externos.

Si este mismo sábado el objeto de estudio (involuntario) fue la reacción del "gorila vulgaris", ayer martes pude comprobar el efecto del jamón de bellota gratuito en el ser humano.

Todo sucedió durante una presentación de Turismo de Extremadura, muy bonita y currada por parte de la organización. El acto transcurría de forma civilizada y normal hasta que llegó el momento del cóctel. La gente fue tomando posiciones estratégicas alrededor de las mesitas que había por toda la sala... de pronto, salieron los camareros con el primero de los platos: torta del casar. Yo, en ese momento me había quedado sola (una de mis compañeras estaba en el baño, otros dos estaban por llegar), por lo que se acopló en mi mesa un grupo de esos que, de tan variopinto, es imposible de clasificar: un tipejo con aspecto de rumano con bigotito, gafas y horrorosa chaqueta de punto, una señora con un look a lo "amo a laura" salvo porque las transparencias de su blusa dejaban al descubierto todo el encaje de su sujetador, otro tipo con greñas peinadas hacia atrás y chupa de cuero ochentera queme recordaba (sólo los de Mallorca lo entenderán) al jefe de atracos de Son Banya. Creo que había también otra señora con las lorzas embutidas en leopardo, aunque no estoy segura de que perteneciese a esta panda, y un niño con aspecto de gitanillo dando vueltas por ahí.

Bueno, el caso es que la torta del casar llegó a la mesa y, por arte de magia, dieciocho manos comenzaron a untar, rebañar y requete-rebañar de forma que, en poco más de dos minutos, no quedaba ni rastro del queso, dejándonos a los cuatro con una cara de imbecil impresionante, el cuchillo en una mano, y el pan en la otra.

Pero lo peor estaba aún por venir, y lo hizo en forma de jamón de bellota, cuya aparición provocó el delirio de toda la sala. La gente, que hasta ese momento había guardado las formas, dejó de lado su educación de colegio de monjas y se abalanzó sobre los platos, llevándose el jamón a puñados, con la grasa resbalándole entre los dedos y por la comisura de la boca. Otros, más finos, cogían su propio plato y se servían del de los camareros, haciendose una bandeja alternativa... los más listos, como nuestros compañeros de mesa, optaron por quitarle directamente los platos a los camareros.

A partir de ahí, ya no hubo marcha atrás... la gente se empezó a abalanzar en plan jauría de chacales sobre todo lo que salía por la puerta (chorizo, salchichón, paté, dulces, queso). Nuestros compañeros de mesa seguían acumulando platos y platos de comida mientras adoctrinaban al niño sobre como ser tan espabilado como ellos y no quedarse sin comida...

Ya no sabíamos como soportar tanta vergüenza ajena cuando llegó la guinda de la noche. Nuestros compañeros basurillas aprovecharon un momento de descuido para robarnos una de las bolsas con regalos -que te daban simplemente con ver una proyección- y en las que estaban las anotaciones de Charo para escribir la noticia al día siguiente y que, por supuesto, se habían llevado "por descuido".

En fin, vivir para ver... que en mi pueblo los viejillos de 80 años se metan las pastas en los bolsillos el día del convite, se puede entender porque pasaron hambre en su momento y eso debe marcar, pero lo del gorronismo de ayer, con premeditación y alevosía... eso es muy heavy...

3 comentarios:

Rita dijo...

nominados!!!
siento que tuvieras que pasar por algo así; a mí el ser espabilado jeta me pone mala... puf... y cuando parece que no comen en casa, me da hasta penilla. qué cutres!!

Rita dijo...

por dios bendito, que alguien meta una nueva entrada o me acabaré comiento el monitor...

Anónimo dijo...

dios, que hambre. No te había leido porque estabna entre enferma y agilipollada, pero ahora lo que tengo es... hambreeeee!!!!

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