11.8.09

Verano 2009 (I): Turquía


El verano se me escapa entre los dedos. Parece que fue ayer cuando mis jefes de Turistul dijeron aquello de “desde hoy, sólo se curra hasta las 3”. Parece que fue ayer cuando dije “ahí os quedáis, me voy de vacaciones”.
Y ya es 11 de agosto. Joder. Julio se me ha ido sin enterarme, y agosto va por el mismo camino. Ahí va un pequeño resumen de los que va de verano:

Teşekkür ederim. Qui cir, “gracias” en turco. Imposible aprender nada más, pese a los esfuerzos. Los jodíos turcos tienen un idioma endiablado, perfecto para que los europeos no nos enteremos de nada. Por no hablar de su comida, platos de carne –principalmente- sobre los que un cocinero, probablemente con Parkinson, ha vertido toda especia que ha encontrado a mano. Santa Sofía no defrauda, es más, enamora, la Mezquita Azul embelesa, la Cisterna Basílica sorprende. El Gran Bazar es un mercadillo de barrio en versión XXL en el que lo turco brilla por su ausencia reemplazado por la copia ‘Made in China’.


Los turcos a pie son majos, pero cuando se suben a un coche se les aflojan las conexiones neuronales y mutan en un híbrido entre Fernando Alonso y Matías ‘el Humilde’ (famoso personaje mallorquí especializado en tunning, carreras ilegales y una larga lista de choni-delitos). Los niños turcos se pasean vestidos de sultancitos el día de su circuncisión, y las novias de merengue de todos los colores y sabores. El yogur es salado, el helado es como chicle, el café tiene posos, las cervezas van a razón de medio litro y el té es fuerte y rico, aunque te provoca unas irremediables ganas de ir al baño que se te quitan cuando compruebas que Roca no hace negocio en Turquía, ya que la moda ‘inodoro’ no está muy implantada y la mayoría de las veces hay que conformarse con un agujero en el suelo, sin papel (Scottex tampoco hace mucho negocio) o, en el mejor de los casos, con un papel de lija que ríete tú del de oferta del Mercadona.

Capadocia es un lugar muy marciano fabricado fifty-fifty por la Naturaleza, a la que le ha dado la gana modelar la piedra en formas entre lisérgicas, dalinianas y fálicas, según el caso, y por el hombre, que no ha dudado en aprovechar esas siluetas para crear iglesias, castillos y casas.
En Éfeso hace calor, mucho calor, pero, pese a ello, cientos de turistas pisamos –y pisoteamos- la misma calzada que pisaron hace miles de años los romanos, y contemplamos lo que queda de sus (maravillosos) teatro y biblioteca.

Pamukkale es otro regalo de la Naturaleza muy bien aprovechado por griegos y romanos, que no tenían un pelo de tontos. Una montaña, en medio de un secarral, que las aguas termales han cubierto de cal, formando piscinas y bañeras. Una montaña blanca y azul en la que, si no miras el horizonte, puedes llegar a creer que estás en Groenlandia, o en el planeta Kripton. Y detrás, los restos de una fabulosa ciudad romana y griega que se puede visitar casi en solitario ya que, la mayoría de los turistas prefieren quedarse bien apretaditos y a remojo en la ‘Piscina de Cleopatra’, que suena muy bien pero que al final no es más que la piscina municipal del Barrio de la Concepción con restos de columnas romanas en el fondo.

Continuará…

7 comentarios:

rita jc dijo...

genial, corresponsal!
qué colores tan fantásticos tiene esa fotografía. y qué descriptiva tu entrada. lo del papel higiénico y demás me tira mucho para atrás a la hora de querer visitar este país; por el resto de la primera parte, me compraba ya mismo un billete de avión.
rechulo!

Corresponsal en Palma dijo...

q conste q la foto la he robado de internet, pero vamos q es asi de maravillosa...

rita jc dijo...

oh... pues impresiona un montón, la verdad. qué colores tan alucinantes.

Miss Chain dijo...

Resumen perfecto. No te olvides en la segunda parte de describir los placeres del hamam, los 'tiburoncillos' que pululan por allí, los pistachos, las bondades de la colonia a chorro de limón y los baños voyager.

rita jc dijo...

uhm... contad, contad!!

Perlita de Huelga dijo...

jo, yo opino lo mismo: el baño me da mucho miedín!!!

Corresponsal en Palma dijo...

ná, a todo se acostumbra una...

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