Mis queridos porreros

Hacía mucho que les debía este post. Más de un año, que es el tiempo que llevo viviendo en mi actual casa.

Cuando entré, mi casera me aseguró que la calle era muy tranquila, que no se oían apenas ruidos, que apenas pasaba nadie. Eso sí, me mencionó a un grupo de “chavales que se ponen todas las tardes a fumar porros justo debajo de tu ventana”.

Lo único que me hizo gracia en ese momento fue la frase “no me gusta que estén ahí porque tengo hijas adolescentes y no quiero que aprendan cosas malas”, ya que, lo primero que me encontré al entrar en mi recién estrenado piso (donde las hijas de mi forrada y clasista casera “pasaban de vez en cuando”) fue un cenicero con los restos de un peta.

Con el tiempo, “ese grupo de chavales que fuman porros debajo de tu ventana” se han convertido en una tortura.

Porque a veces son sólo dos, pero otras pueden llegar a ser 20. Porque mi ventana es su lugar de reunión, bien sea para fumarse unos petas a las 9 de la noche, para hacer botellón hasta la una, para quedar para irse al festival de los Monegros a las 7 de la mañana, para discutir con sus novias a las 2 de la madrugada o para ver el fútbol en el bar de al lado. Porque llegan con los coches, con música machacona a toda hostia e incluso a veces se lanzan a rapear. Porque a veces se pelean. Porque cuando quedan a jugar un partido se dedican a dar balonazos en mi pared.

Esa presencia constante ha hecho que, sin que haya ningún tipo de interés por mi parte, me sepa su vida. Se llaman el Jarri, el Joaquín, el Juan Luís, etc. etc. Pero todos con ‘el’ delante. Deben andar por los 20-25 años. No sé a qué se dedican… pinta de estudiar, no tienen, para que engañarnos… pero es que tampoco de trabajar, o si lo hacen, que alguien me explique como lo hacen para tener tanto tiempo libre. De donde sacan la pasta para tantas drogas, coches chungos y botellines, tampoco lo sé, pero si yo llevara ese ritmo, estaría arruinada (además de con el hígado y el cerebro hecho polvo).

Pero lo que más me jode del asunto, es que son tontos. De remate. Son cortos, ignorantes y sin ninguna inquietud aparente. Sus conversaciones se suelen reducir a los siguientes temas:
- Coches, motos y todo tipo de vehículos sobre ruedas que vayan muy rápido y hagan ruido.
- Tías (con frases habituales como “que guarra es la vanesa”)
- Porros y drogas en general.
- Fútbol.
- Porros y drogas en general (esta ya la he dicho, no?)

De vez en cuando se ponen profundos, pero es casi peor. Valgan estos tres ejemplos:

Conversación 1:
- Mallorca es lo mejor. Yo cuando me muera quiero que me entierren aquí. (pura poesía)
- Qué va tío! Hay sitios mucho mejores, sobre todo en el extranjero.
- Cállate, Jarry. A ti lo que te pasa es que, como tu vieja es inglesa, te crees inglés y mejor que yo.
- Que te den por culo. Eres un gilipollas.
- A que te pego dos hostias…

Conversación 2:
- A qué hora hemos quedado para jugar el partido?
- A las 7… anda, hazte un porro.
- Joder! Es qué no podéis ir serenos al partido? (ahí confieso que me quedé medio loca, pensando que había uno de ellos que se preocupaba por la salud de los demás) Hostia! Que luego echáis dos carreras y estáis medio ahogados, y así no ganamos nunca…
- Anda, cállate y hazte uno.

Conversación 3:
- Jo, qué pasada lo de la selección.
- Ya te digo… os habéis dado cuenta de lo que hemos vivido? Hemos visto aparecer los ordenadores, los móviles y ahora hemos ganado la Eurocopa… (casi se me saltan las lágrimas con esta evocación histórica).
- Ya te digo, tío… anda, hazte un porro.