Mis -espantosas- vecinas. ¿TAB? No entiendo nada (2ª parte)

No entiendo nada porque es difícil de entender.

Por partes: esta noche me ha despertado (lo que no consiguen las peores tormentas) el taconeo de mi vecina a las 5 de la mañana. Hasta las 6 no ha parado de caminar, abrir y cerrar armarios, etc. He conseguido dormir un poco en un rato que estuvo quieta, pero antes de las 7 ya estaba otra vez danzando y, de puro cansancio, creo que he dormido algo entre las 7 y pico y las 8. He llegado tarde a mi trabajo, cansada y un poco desquiciada. Cuatro horas de sueño no me valen.

He salido con ganas de hablar con ella en el caso de que consiguiera preguntarle al conserje, o portero de toda la vida, si era factible hacerlo (a mí me da mucho palo hablar con la gente que monta pollos sin razón); pero no lo he hecho, llegaba tarde.

Cuando mi novio ha vuelto del trabajo me ha dicho que, mira por dónde, había hecho por su cuenta todo lo que yo no había llegado a hacer.

Primero le ha preguntado al conserje si nuestra vecina era una persona con la que se pudiera hablar (porque no son dos, como pensábamos, sino una sola persona fornicando al personal) y éste le ha contestado que, ya que ahora está medicándose (...), era buen momento.

Lo siguiente ha sido hablar con el personaje, pero ha sido tan subreal y estoy tan cansada, que no sé si lo he soñado o he entendido al revés lo que me contó mi novio o qué... Pero resumiendo -y según la propia estrella del mes-, tiene un trastorno bipolar.

Escribo y borro porque no sé si quiero contar las penas de esta mujer enferma (con o sin trastorno bipolar) o callármelas. Ya no es una capulla desconsiderada, sino una persona que, probablemente, no sabe lo que hace, ni el daño que consigue causar. Total, que me parece que estamos jodidos, pero que -y no sé en qué polo está- no se oyen los tacones. Gracias mientras dure, vecina.