Cierre, Fangoria y San Sebastià

Día 20, sábado. Son casi las dos y me acabo de levantar. O de resucitar, más bien.
Ha sido una semana dura: cierre de número y presentación en sociedad de la revista (con asistencia de autoridades y 'vips' locales). El viernes, el día culminante. Gran, enorme, dolor de cabeza nada más levantarme, muy posiblemente debido a las cuatro o cinco copas de cava que la corresponsal tuvo a bien de meterse en el cuerpo durante el acto de la noche anterior. Espidifén pa dentro y corriendo al tajo. El cierre no termina de llegar, litros de café corren por mis venas.. Pasan las horas y no deja de haber cosas pendientes, detalles que modificar o revisar. Son las tres... las cinco... las ocho... al final, nos dan las diez y media. Ya no sé si nos marchamos porque está todo perfecto o por puro aburrimiento.
Mientras la corresponsal está encerrada en la oficina, todo Palma está en la calle. Si no se vive aquí no se entiende lo excepcional de esta frase. Los palmesanos, y supongo que el resto de los mallorquines, son muy tranquilos y les gusta mucho estar en casa. Si vienes de una ciudad como Madrid, en la que hay gente por todas partes a cualquier hora llegas a echar de menos esa "vidilla" callejera.
El motivo de tanto derroche son las fiestas de San Sebastià, que consisten en una cosa que a mi me apetecía mucho: se hacen hogueras en las calles, tú te acercas con tus choricitos, salchichas, panceta o lo que sea, lo asas y te lo zampas. Aquí lo llaman torradas. También hay conciertos por las plazas de Palma. Este año han tocado Mikel Erentxun, La niña Pastori (a la que me quedo con ganas de ver) y bastantes grupos cuyo nombre no recuerdo.
Resumiendo y para no aburrir, que me estoy enrrollando, salgo tan tarde del trabajo que de las torradas sólo queda el humo de las hogueras y el olorcito a fritanga , y me tengo que conformar con una pizza que amablemente me prepara una amiga en su casa. Tiramos hacia el centro pensando que ya no encontraremos ni un concierto y... oh, sorpresa! Llegamos a tiempo para Fangoria!
Al igual que con Fito, conozco pocas canciones... pero no importa, el concierto resulta super divertido.
Alaska, embutida en un mono blanco que no deja nada a la ímaginación, no canta mal, canta peor, pero le cubre la voz de un muchachuelo que teóricamente hace coros, aunque realmente es el solista.
Alaska no es que no sepa bailar, es que es arrítmica, pero se flanquea de dos dragqueens que, además de hacer unos cambios de vestuario geniales, se mueven como auténticas gogo's.
Y gracias a todo eso, sumado a unas canciones muy bailables y a la entidad que tiene como "diva" Alaska, porque lo es, pese a que no cante ni baile bien, la corresponsal & friends se lo pasan teta una vez más!